Al “domesticar” a las abejas, se las instaló en los troncos de
los árboles huecos, colocándolos verticalmente en el suelo.
Las abejas construían dentro los panales, fijándolos a las pare-
des y a unos palos cruzados (cruceta o tranca) que se coloca-
ban en el centro. Esas primeras colmenas rústicas recibieron
el nombre de arnales, palabra de origen celta que procede de
arnus y que significa aliso, árbol antiquísimo y muy abundante
antiguamente. Ese término dio origen en castellano a arna,
que designa al vaso de colmena. Posteriormente estas colme-
nas recibieron el nombre de dújo, igualmente de origen celta.
Con el paso del tiempo esos troncos con abejas se colocaron
horizontalmente, unos junto a otros, yuxtapuestos, unidos con
barro, naciendo así los hornillos. Más tarde, para que esos
hornillos quedaran resguardados de las inclemencias del tiem-
po, se empezaron a construir unas pequeñas edificaciones, a
modo de casetas, que recibieron el nombre de colmenares.
Éstos, poco a poco fueron ubicándose en los sitios remansa-
dos, como en las solanas orientadas al mediodía o en medio
de los robledales, donde el brezo, el cantueso, las urces, etc.
abundaban. Con el fin de recoger el néctar de los árboles fru-
tales y estar más cerca de las colmenas, también se constru-
yeron colmenares dentro del casco urbano o en su entorno, en
huertos y herrenes, pero su producción fue menor tanto en
cantidad como en calidad de miel.
los árboles huecos, colocándolos verticalmente en el suelo.
Las abejas construían dentro los panales, fijándolos a las pare-
des y a unos palos cruzados (cruceta o tranca) que se coloca-
ban en el centro. Esas primeras colmenas rústicas recibieron
el nombre de arnales, palabra de origen celta que procede de
arnus y que significa aliso, árbol antiquísimo y muy abundante
antiguamente. Ese término dio origen en castellano a arna,
que designa al vaso de colmena. Posteriormente estas colme-
nas recibieron el nombre de dújo, igualmente de origen celta.
Con el paso del tiempo esos troncos con abejas se colocaron
horizontalmente, unos junto a otros, yuxtapuestos, unidos con
barro, naciendo así los hornillos. Más tarde, para que esos
hornillos quedaran resguardados de las inclemencias del tiem-
po, se empezaron a construir unas pequeñas edificaciones, a
modo de casetas, que recibieron el nombre de colmenares.
Éstos, poco a poco fueron ubicándose en los sitios remansa-
dos, como en las solanas orientadas al mediodía o en medio
de los robledales, donde el brezo, el cantueso, las urces, etc.
abundaban. Con el fin de recoger el néctar de los árboles fru-
tales y estar más cerca de las colmenas, también se constru-
yeron colmenares dentro del casco urbano o en su entorno, en
huertos y herrenes, pero su producción fue menor tanto en
cantidad como en calidad de miel.
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